Días pasados estando en el cumpleaños de una de mis mejores amigas, entre platica y risas, empezó el momento de los recuerdos, siempre los mismos, siempre causando el mismo efecto, reír hasta llorar …
Esta vez uno de ellos fue una aventura con mi mejor amiga, era el 6 de enero del 2006 me parece, temporada vacacional, nos encontrábamos en mi casa, ya habíamos platicado de los amores, visto algún programa de TV, habíamos desayunado y me parece que hasta habíamos comprado una revista (Cosmopolitan). Ya no había mucho que hacer, más que esperar a que fuera la tarde para partir la Rosca de Reyes junto con el resto de nuestras amigas y sus familias.
En la cochera de mi casa, en ese tiempo había un vocho de Volkswagen, el cual nunca se usaba, las llaves siempre estaban colgadas junto a la puerta, dentro de nuestro ocio no recuerdo a quien se le ocurrió, el chiste es que decidimos tomar las llaves del auto e ir a visitar a una de nuestras amigas que vive a unos 10 minutos de mi casa, se nos hizo fácil.
Cabe mencionar que para ese entonces yo apenas sabía la técnica para manejar auto estándar y mi práctica era muy poca, mi mejor amiga, Livier, apenas y había manejado un par de veces un auto automático.
Abrimos el cancel, las dos nos subimos al coche, lo prendí, metí la reversa y sacamos el coche, todo salió perfecto, pero había algo incómodo, mi asiento (el piloto) estaba muy alejado del volante, nos detuvimos un poco para acomodarlo, al no poder yo, Livier me quitó del asiento para con su “gran fuerza” acomodarlo, tampoco pudo, y decidió quedarse como piloto. El acuerdo fue que ella estaría a cargo del volante y los pedales, yo a cargo de meter las velocidades. A partir de ahí, comenzó lo divertido, yo tenía que gritarle: “Livier, mete el clutch” “pisa el freno”, no hizó falta que le pidiera que acelerara, tanto pisó el acelerador que llegando a una pequeña glorieta era tal la velocidad que sentí que el coche se volteaba, lo bueno que no pasó nada, pero al seguir por la calle volteamos a la parte trasera y los asientos estaban todos volteados, nos dio un ataque de risa y continuamos por el camino.
Llegando al condominio donde vive Kika, la plumilla estaba arriba y cómo íbamos a una ligera velocidad y no estaba a la vista ningún guardia nos la pasamos. Para nuestra sorpresa el guardia apareció y viéndonos algo pequeñas nos pidió identificación, licencia de conducir, sólo para verse fregón, aun así nos amedrentamos que ya no podíamos encender el coche, llamamos al hermano de Kika, se rió de nosotros y pues ya llegamos 5 minutos a casa de Kika, teníamos que regresar antes de que mi mamá volviera del trabajo.
En el regreso, Livier emocionada y ya confiada, seguía manejando muy alegre, hasta que llegamos a un alto, duramos tres semáforos varadas en el mismo ya que no podíamos encender el coche, nos reíamos de nervios, pues teníamos miedo de que apareciera un agente de tránsito y sin permisos, ni dinero, se llevará el coche, en la inquietud yo diciéndole: “mete el clotch” “saca el clotch” “el freno”, el coche se sacudía y ella sólo me decía: “mejor reza”, y empecé “Dios ayúdanos, por favor que se prenda, etc” jajaja, después de tanto rato por fin encendió, pero con el estrés el juego en los pedales era difícil, ya en la esquina de mi casa, se volvió a apagar, se juntaron varios carros, mi calle es de doble sentido y está ligeramente de subida, al intentar encenderlo de nuevo, el auto se jaloneo y casi chocamos con el auto que estaba en frente, logramos salir de esa, ya llegando a mi casa a la hora de meter el coche se nos volvió a apagar un par de veces, total que la batería se terminó, el bocho estaba a medias y los vidrios (eléctricos) estaban abajo, mi mamá estaba a punto de llegar. Fui corriendo por el eléctrico que está a la vuelta de mi casa, nos pasó corriente y acomodo el auto…
Ingresamos a casa después del pánico, nos dio un ataque tremendo de risa, de esos que hasta dolor de estómago te da, llego mi mamá y nosotras como si nada hubiera pasado, hasta la fecha mis papás no lo saben …
Y esta, es una de las locas e inocentes experiencias que he vivido con una de mis personas favoritas en el mundo... Gracias Livier por tu amistad y estos divertidos momentos, tú a veces tan arriesgada, yo siempre tan cómplice, y Es por nuestras diferencias que nos mantenemos unidas.